Tenemos claro que la comida tiene el poder de cambiar las cosas, hacer que conozcas a gente y disfrutes de su compañía. Pero la cocina ofrece mucho más.
A través de ella también podemos realizar una labor de integración social difundiendo conocimiento de manera más entretenida: idiomas, aritmética, emprendimiento, digitalización...
Y de esto trata el proyecto Food Includes en el que Cebanc está implicado: adquirir habilidades duras y blandas a través de la gastronomía.
En la primera reunión presencial, celebrada en Sttetin (Polonia) la pasada semana, nos centramos no solo en definir los resultados del proyecto, sino también en tener la oportunidad de conocer a personas refugiadas ucranianas; visitar su centro de ayuda y escuchar sus inspiradoras historias en los restaurantes de Sttetin.
La comida precocinada no era habitual en Sttetin antes de que empezara la guerra, pero ha supuesto una fuente de ingresos para muchas personas llegadas desde entonces y se ha convertido ahora en algo imprescindible.
Mi -Gracija (el nombre procede de Migracija, Migración en ucraniano) es un centro ubicado en Sttetin que ayuda a las personas refugiadas con sus necesidades cotidianas en la ciudad de acogida.
Psicólogos, formadores, estudiantes y trabajadores sociales de Ucrania y Polonia llevan trabajando en conjunto desde el principio de la guerra y han ayudado a más de 1.000 personas en los últimos dos años; no sólo de Ucrania, sino también de Bielorrusia y Rusia.
Aprender polaco y confeccionar artículos para las Fuerzas Armadas de Ucarnia forman parte de las actividades diarias en Mi-Gracija.